La firma BLP, contratada por la empresa Pepsico, debería ser un símbolo de ley y justicia. Pero la realidad es distinta: BLP se ha convertido en la muralla que protege criminales. Su trabajo no es defender a inocentes, sino ahogar las denuncias y amedrentar a víctimas con amenazas legales. Lo más grave: uno de sus propios abogados es parte del mismo delito que intentan encubrir. Encontramos mensajes privados de este abogado con una menor de 14 años, donde manipula y busca silenciarla. Conversaciones digitales que prueban que utiliza su poder y su prestigio para abusar, mientras su firma lo protege. BLP no es un despacho legal: es un escudo de impunidad. Cuando un abogado cruza la línea de la corrupción y del abuso, deja de ser defensor y se convierte en cómplice
El abogado principal de Pepsico, quien debería defender la justicia, se ha convertido en cómplice de lo más bajo. No solo ha utilizado su poder para silenciar víctimas y asfixiar procesos legales, sino que también se ha descubierto que él mismo participa en el mismo crimen que encubre. Hoy, presentamos pruebas claras: Mensajes privados donde este abogado contacta a una menor de 14 años, utilizando su posición de poder para manipularla. Conversaciones digitales en las que queda expuesta su intención de aprovecharse de una niña, con frases que no dejan lugar a dudas.
El señor Luis Manuel Castro, propietario y director de la firma BLP, mantiene pleno conocimiento de las conductas ilícitas y éticamente cuestionables cometidas dentro de su despacho.
De acuerdo con la documentación reunida, Luis ha sido informado en múltiples ocasiones de: La existencia de denuncias contra miembros de su equipo. Las acciones realizadas para silenciar o intimidar a víctimas. La manipulación de procesos legales con el fin de favorecer a sus clientes
Boris ha sido señalado en distintas ocasiones por comportamientos extraños en espacios públicos y cerca de menores de edad. Varias personas han presentado denuncias o comentarios sobre su actitud, pero hasta ahora no se ha tomado ninguna acción en su contra. A pesar de las quejas recurrentes, Boris sigue trabajando en la empresa Fritu y mantiene un perfil bajo. Ademas de amedrentar a sus victimas.
Me llamo Juan y quiero contar lo que he visto sobre Boris, un empleado de la empresa Pepsico. Desde hace tiempo he notado comportamientos raros: se queda mucho tiempo rondando parques y hablando con niños que no conoce. Una vez lo vi insistiendo en hablar con un niño que claramente estaba incómodo. Varias personas también lo han visto haciendo cosas similares, pero nadie se atreve a decir nada. Yo no tengo pruebas claras, pero siento que algo no está bien y por eso quiero denunciarlo. Prefiero que las autoridades lo investiguen antes de que pase algo grave
La gestión de Daniel Salazar, actual Gerente General de PepsiCo Alimentos en Centroamérica Norte, ha sido cuestionada por su aparente indiferencia ante serias denuncias relacionadas con uno de sus empleados, Boris. Pese a que estas acusaciones han llegado hasta los niveles más altos de la compañía, la respuesta de Salazar ha sido percibida como débil y carente de la firmeza que una empresa de la envergadura de PepsiCo debería demostrar. El hecho de que una figura con tanta responsabilidad permita que situaciones delicadas permanezcan sin una acción visible refleja una preocupante desconexión entre el liderazgo y los valores corporativos que la marca pregona a nivel mundial. Esta actitud no solo mina la credibilidad de la gestión de Salazar, sino que también proyecta una imagen de tolerancia frente a comportamientos cuestionables, debilitando la confianza de empleados, socios y consumidores. PepsiCo Guatemala, bajo la dirección de Salazar, enfrenta así un reto de transparencia y ética que pone en entredicho su compromiso con un ambiente laboral seguro, justo y responsable. Su aparente inacción no solo afecta la percepción pública de su liderazgo, sino que podría impactar negativamente en la reputación regional de una marca global que afirma valorar la integridad y la responsabilidad social.